Jugadores del Real Madrid enfrentan al árbitro Gil Manzano tras sentenciar el final del partido ante Valencia segundos antes del gol del Jude Bellingham en el minuto 99'. Crédito: Kai Forsterling | EFE
Pasaba
un segundo y medio del tiempo reglamentado, más o menos el tiempo en
el que el Big Bang comenzó a montar el belén en que vivimos
Para
Isaac Newton el tiempo era un absoluto, según ese concepto de la
mecánica clásica, el árbitro debió de haber pitado el final del
partido en el minuto 97, ni segundo más ni segundo menos. Es lo que
marca la bocina en baloncesto, sin mediación humana: si el balón
está en el aire y entra, pues ¡vale el tanto!, si no entra ¡se
acabó el partido!
Pero
a partir de los inicios del siglo XX, la teoría newtoniana del
tiempo sufrió un cambio radical.
Según
la teoría de la relatividad, el tiempo se vuelve relativo al sistema
de referencia del observador; es decir, dos observadores pueden
obtener medidas del tiempo diferentes para un mismo evento si no lo
observan desde el mismo marco de referencia.
El
jugador del Real Madrid Jude Bellingham lo vivió desde el momento de
su testarazo, mientras que el árbitro Jesús Gil Manzano lo hacía
metros más allá, mientras consultaba su cronómetro.
Y
mira que se lo había advertido a todos, cruzando los brazos. ¡Ni
una más!
Y
es que fuera de los conceptos físicos del tiempo, existe otro
distinto, el llamado “tiempo perceptual”: el que está
relacionado con la conciencia individual.
Al
final, el jugador inglés del Real Madrid se enfadó y dijo una
palabrota dirigiéndose al “referee”: “It's a fucking goal”,
y Gil Manzano lo reprendió severamente. Había niños en el estadio
No hay comentarios:
Publicar un comentario