jueves, 29 de agosto de 2019

El horror va quedando atrás



Plácido Domingo regresa a los escenarios tras la ovación de Salzburgo 
Sabido es que el abuso sexual de las mujeres ha sido siempre una práctica social más o menos tolerada, apenas criticada sotto voce.
 “Esa se lo hace con su jefe”
Sí, el director se tiraba a la secretaria, y si había problemas mandaba al marido a una sucursal lejana con o sin aumento de sueldo.
El jefe del súper se lo hacía con las cajeras, que evitaban así los turnos de festivo; y algo semejante sucedía entre los encargados y las reponedoras.
Los cirujanos se acostaban con las enfermeras.
Los pilotos con las azafatas.
Y el director de orquesta con una clarinetista
A Frank Sinatra se la chupaba una groupie antes de salir a escena.
Al presidente de los Estados Unidos se la chupaban las becarias, y guardaban el vestido manchado como un “guardapolvo”
El presidente del FMI se lo hacía con la femme de chambre.
Marilyn Monroe suspiraba feliz cuando acaba un rodaje: “ya no tengo que chupar más pollas hasta la próxima peli”.
En el franquismo se hablaba del abuso continuado de un rijoso productor de cine sobre una niña prodigio que había alcanzado la pubertad, pero  nadie pensó que eso podía ser un delito. De hecho,  hasta el año 2015, el sexo consentido no era delito si la menor tenía ya 13 años.

Se trata, en suma, de una especie de derecho de pernada del superior sobre sus subordinadas. También podía darse el caso entre jefas y currantes o entre individuos del mismo sexo, pero estos casos serían minoritarios.

Viene este post a colación del escándalo surgido recientemente con la conducta del tenor Plácido Domingo.
No le falta cierta razón a Domingo cuando dice que se está juzgando su comportamiento con pautas, con “reglas y valores”, muy distintas a las actuales.
Aunque no  quiere esto decir que su conducta nos parezca disculpable,  creemos que deberíamos separar  la conducta personal con el talento creativo del individuo y, como dice este tenor, tener también en cuenta el contexto social de los hechos:

El presidente George Washington llegó a tener 317 esclavos vivos.
Karl Marx abusó de la criada de la casa, le hizo un hijo, y se lo endilgó al buenazo de Engels.
El novelista francés Louis Ferdinand Céline fue un repelente nazi, pero escribió en 1932 una de las mejores novelas francesas contemporáneas.
 Así mismo,  el compositor Richard Strauss se convirtió en el gran director de los conciertos de la jerarquía nazi, pero seguimos escuchando sus obras sin recordar aquel horror.
Salvador Dalí fue un exegeta de los crímenes franquistas, pero a nadie le cabe la menor duda de que fue uno de los grandes artistas del siglo XX.

Pensamos así, que la ovación que Plácido Domingo recibió hace pocos días en el Festival de Salzburgo no era una apología a su conducta moral, sino simplemente un reconocimiento de sus méritos musicales.

Que el párrafo anterior esté escrito en pretérito no quiere decir que hayamos superado esa lacra social, el cambio social es generalmente un fenómeno de larga duración.
El acoso sexual, el chantaje o la coacción no cesarán fácilmente en los acosadores más comunes, aunque quizá sí habrán de moverse con mayor discreción. El avance de las leyes facilita las denuncias, y el que más y el que menos debería tener en mente la posible reacción de la víctima si las cosas se torcieran.

No nos parece acertado, a pesar de que algunos lo crean, que la humanidad esté sufriendo una degradación moral con respecto al pasado. Se han dado pasos de gigante en la condena de prácticas sociales, cuyo recuerdo, hoy, nos avergüenza y horroriza:
La esclavitud, la tortura, los genocidios, la pena de muerte, eliminada en muchos estados, la segregación racial, etc.

Que el cambio social sea lento no quiere decir que no haya momentos decisivos en la historia.  Fenómenos que se producen de la noche a la mañana repentinos que marquen de forma irreversible el comienzo de una nueva era.
Queremos en  esta entrada rendir un homenaje a las gentes valientes que denunciaron esas conductas odiosas, marcando un hito a partir del cual nada volveía a ser como fue:

El 1 de diciembre de 1955, Rosa Park regresaba de su trabajo en autobús y fue obligada a ceder su asiento a un pasajero blanco, se negó, y ahí empezó la chispa del Movimiento por los Derechos Civiles en los Estados Unidos.  Rosa Parks, en un autobus de Montgomery (Alabama), en 1955.

En septiembre de 1957, los llamados “nueve de Little Rock”, un grupo de estudiantes afroamericanos  fueron a clase el Little Rock Central High School in Little Rock, Arkansas, siendo detenidos por la Guardia nacional A partir de ese suceso, los estudiantes negros alcanzaron los mismo derechos que los demás ciudadanos.

 Y para quedarnos en nuestros días:

Alyssa Milano, consiguió con un tweet acelerar el reguero de pólvora del movimiento #MeToo, a sabiendas del boicot que sufriría por parte de los magnates de Hollywood.
Pero fue Tarana Burke, diez años antes, quien había impulsado una campaña para amparar a las víctimas del acoso sexual bajo la consigna de “Me too”.

Quizá el movimiento más reciente sea Time’s up, fundado el 18 de Enero de 2018  por celebridades de Hollywood en respuesta al efecto Weinstein. Un movimiento que según cifras de Wikipedia, en febrero de 2018 llevaban recaudados 20 millones de dólares para su fondo de defensa legal t había reunido a más de 200 abogadas voluntarias

Con la valentía de todos los denunciantes, nada volverá a ser como fue.

JGM