martes, 1 de noviembre de 2022

“Macbeth” Ayuso y “Rabbit” Feijóo

Ya va para cuatro años desde que un ingenuo Casado creyó que su vida había quedado resuelta. La Nomenklatur  le había facilitado un razonable currículum académico: Un juez, notorio por sus actuaciones poco éticas, le regaló la carrera de Derecho, a la que por deméritos propios no había llegado al haber consumido las cinco convocatorias. Otro juez, que también había estado metido en las andanzas del anterior, le legitimó el máster de Harvard que había cursado en un fin de semana en Aravaca. Pelillos a la mar.
 
En el congreso extraordinario de 2018, en un cruce de navajas, consiguió más votos que su rival Soraya Sáenz de Santamaría, la segunda derrotada en la moción de censura. El primer mensaje de Casado fue el de “ha nacido un nuevo PP”, para lo cual propuso no solo rebautizar el partido, sino incluso vender la sede de Génova, por haber sido el ominoso antro donde se repartían los sobres de la Gürtel.

Rodeado por García Egea, campeón mundial de huesos de oliva, por el fiel Montesinos y con Cuca Gamarra como bronca e inconsistente portavoz, -que a veces parece más Cuca”camorra”- Casado no apartaba la vista de una curva favorable, aunque lenta, en las encuestas, pero no las tenía todas consigo, por algo había coincidido con Ayuso en las Nuevas Generaciones.

 Las alarmas comenzaron  a sonar con más estruendo en las orejas de Casado cuando en Mayo de  2021, Ayuso, con el simplista eslogan de “Cerveza y Libertad”, consiguió rozar la mayoría absoluta en la CAM. La nueva lideresa quería la presidencia del PP en esa comunidad, un trampolín para llegar a la Moncloa, mientras que Casado apostaba por posicionar para el cargo al caricaturizado alcalde Almeida.

Mediado  Febrero de este año, Casado lanzó un golpe directo contra Ayuso: “La cuestión es si cuando morían 700 personas al día se puede contratar con tu hermana y recibir 286.000 euros”,el motivo fue un claro caso de tráfico de  influencias en medio de la pandemia del corona virus. Se valió para ello de una concejalía del Ayuntamiento de Madrid, que trató de obtener pruebas que incriminaran al “hermanito” y que estaba dirigida por el conocido intrigante Carromero, del que a partir de ahí nada se supo.

El ataque estaba claramente justificado, pero Casado no reparó en el poco valor de sus cartas frente a las de Ayuso, que estaban reforzadas por el joker de la  Nomenklatur.

Fue inmediata la  respuesta de Ayuso en el mismo medio, pues si bien reconoció la operación de su hermano, rebajando el monto de la intermediación, apostilló que Nunca se va a poder demostrar que he ayudado a mi hermano en absolutamente nada”  

El resultado, sobradamente conocido, fue que en solo en la semana que va del 16 al 23 de Febrero Casado fue defenestrado de la Presidencia del PP.

A comienzos de Abril, el XX Congreso del PP nombró presidente a Núñez Feijóo sin ninguna oposición.

El nuevo presidente se ofreció como un opositor de talante moderado que evitaría los insultos, en clara referencia a Casado, y tendería la mano al PSOE en los asuntos de Estado.

El más urgente pacto de Estado era la postergada renovación del CGPJ y del Tribunal Constitucional, que Casado había cerrado y que Feijóo no reconoció, diciendo que fue el pacto de un ausente.

Así pues, cuando hace una semana el pacto por la renovación del CGPJ y del TC parecía otra vez cerrado, el 29 de Octubre Feijóo recibió un whatsApp de Ayuso, diciéndole “quieto parao” y se desdijo de su intención de cumplir con su compromiso y con el mandato constitucional; el pretexto: una modificación del delito de sedición por parte del PSOE, una modificación que la portavoz Cuca Gamarra había dejado públicamente ajena al pacto.

La pregunta ahora es: ¿Puede ser Presidente de la Nación un político al que un simple whatsApp hace que se arrincone como un conejo asustado?

El conocido heraldo alborotador del micrófono lo ha expresado claramente con frases como: A este paso no heredas" o "no sé si va a llegar a presidente.

No ha tardado Feijóó en darse cuenta de que no es lo mismo gobernar en Galicia, un seguro refugio entre el tráfico de las rías y el caciquismo del interior, que plantarse en Madrid, donde se encuentra con un Presidente que se mueve por Europa como Pedro Sánchez por su casa y que le apabulla en el Senado con datos y argumentos contundentes. Un escenario donde resuenan sus errores y su ignorancia  -El cáustico Rufián le pide en un twitter “que nos explique lo del cambio de hora”.

Ya había sonado su nombre años atrás para la Presidencia del PP, aunque entonces él u otros pensaron que aún persistían en el recuerdo colectivo sus aventuras con el narcotraficante Marcial Dorado, años de viajes y camaradería, incluyendo uno del que solo recordaba que había nieve y que resultó ser Andorra. Ya se imaginarán a que fueron Dorado y su acompañante a ese paraíso fiscal.

Pero no fue solo con el Presidente del Gobierno con quien se encontró, sino que en Madrid también le esperaba la presidenta de la CAM, que tras haber acabado con Duncan solo esperaba deshacerse de Banquo y asaltar la Moncloa.

 Resulta patético que en una democracia avanzada no exista una derecha política de cierto empaque, y no la patulea que forma una asociación de malhechores (un juez dixit) con sujetos como Zaplana, Rato o un tal M. Rajoy. No hace falta comparar con las democracias europeas, basta con quedarse en las derechas que forman gobiernos en Catalunya o Euskadi.

Tras Casado y Feijóo cree alguien en ese conglomerado de intereses espurios que Díaz Ayuso puede ser la solución para llegar al Gobierno de la nación.

Su trayectoria política es más o menos la de Casado; fue arropada por Cristina Cifuentes, y por la “cobra” Aguirre,- conocida así por cómo se escurre de sus enfrentamientos con la Justicia-, pero sobre todo es asesorada por el taimado MAR, que le marca sus cortos pero eficaces parlamentos.

Una todavía joven y pizpireta política que solo ha ejercido en la CAM, más o menos como Feijóo, que solo lo ha hecho en Galicia.

Son notorios su descaro y su madrileñismo, así como sus disparatados comentarios. ¡Pero es lo que hay en la cuesta de la calle Génova!

Tampoco la imagino en el Congreso elaborando respuestas a los resabiados oponentes, salvo que se los trasmitiera MAR escondido en sus enaguas.

JGM