Dentro de las Ciencias sociales,
quizá sea la Sociología electoral una de las disciplinas más controvertidas;
pero parece que últimamente la acompaña en sus devaneos su rama más próxima a las
Ciencias exactas, la Socioestadística electoral.
Los grandes medios norteamericanos, NYT, Washington
Post, NBC News, Wall Street Journal, etc. sostenían dos días antes de las
elecciones del pasado 8N que Trump no había podido superar el 44% de intención
de voto, lo que mostraba su incapacidad para superar a los incondicionales de
Clinton e incluso a los que no simpatizaran con Hillary, pero preferían un mal
menor.
Cuatro meses antes de las elecciones la CNN/Opinion
Research daba a Hillary Clinton una
diferencia de 24 puntos sobre Trump, y la poco sospechosa Fox News, 17 puntos.
Tampoco
los odds de los apostadores profesionales
anduvieron muy finos, dos meses antes los demócratas figuran como favoritos
-450 (ganar $100 apostando $450) según
la casa de apuestas Bovada, con los republicanos apareciendo como claros
perdedores con cuota de +325 (ganar $325 apostando $100).
La
noche anterior a las elecciones del 8N, mi amigo JF y yo discutíamos sobre el
posible resultado. He de admitir que amparado en las encuestas sentía cierto
optimismo en que no ganara ese energúmeno, quizá fue whishful thinking; JF se mostraba más pesimista.
En
aquellos momentos recordé de repente un viejo relato de Ray Bradbury que resumí a mi amigo:
El relato de Bradbury “A Noise of Thunder” transcurre en el año
2055 y describe una excursión al pasado a través de la máquina del tiempo para observar
a los animales antediluvianos.
Tras pagar un buen dinero, el cazador Eckels
se apuntó a un viaje al Jurásico. El día anterior, un defensor de la
democracia, Keith, acababa de ganar por una amplia ventaja la elección
presidencial USA, derrotando a un supuesto dictador bocaza, agresivo y fascistoide
llamado Deutscher.
Al emprender el viaje, los cazadores son
advertidos de que para evitar la paradoja del viaje en el tiempo deben ser muy
cuidadosos para dejar todo como lo encontraron en un principio, ya que son
conscientes de que el cambio más leve puede provocar importantes alteraciones
en el futuro; por ello no se les permite salir de un sendero antigravitatorio
que se mantiene flotando a quince centímetros del suelo.
Al ver aparecer a un tiranosaurio, Eckels,
excitado, se asusta y por unos momentos se sale del trazado convenido.
Travis, jefe de la expedición, al ver
las botas de Eckels manchadas de barro, entiende que se ha salido del sendero y
le amenaza con abandonarle en el pasado,
pero lo deja regresar esperando que a la vuelta no se haya producido ningún
caso sustancial; en caso contrario dice que lo mataría.
Vuelto
a la máquina, el imprudente Eckels descubre una mariposa aplastada en la suela
de sus botas.
A la vuelta, Travis notó ciertos ligeros cambios;
y ya en la agencia de viajes, preguntó al encargado cómo estuvo el discurso del
presidente electo Keith. El hombre le respondió “¡Estás loco, Deutscher ganó
las elecciones”!
El
viajero suplicó a Travis que le dejara volver al pasado, pero este se negó y le
disparó su rifle a bocajarro.
¿Cuál fue el “Efecto mariposa” que cambio los odds del 8N americano?
Pues, realmente tendrán que ser los ciudadanos del
Gran Imperio los que lleven a cabo sus análisis, sobre todo esa difusa organización
política que es el Partido Demócrata, aparentemente más interesada en recaudar
fondos que en transmitir ideología.
Quizá muchos trabajadores precarios recordaron que la
desigualdad creció durante los años de Ronald Reagan en la Casa Blanca -un
republicano que creía en la desregulación de los mercados y las rebajas de
impuestos-, pero que continuó con Bill Clinton, el esposo y asesor de Hillary.
Quizá sean muchos los votantes que hayan descubierto el
fin del “Sueño americano”. Cientos de miles de norteamericanos trabajan para WalMart,
MacDonals, etc, y cuando acaban su jornada laboral cogen su mochila y se van a
dormir a un centro de acogida.
O quizá fuera decisiva la capacidad de comunicación de
los dos candidatos:
La risa forzada de H. Clinton, mediocre comunicadora,
frente al mensaje torvo, directo, y amenazador de Trump: “Todo va a seguir
igual” decía la una, frente a ¡vamos a hacer una revolución! ¿cuál? ¡Ah, ya
veréis!, del otro.
Tampoco tenemos que mostrar demasiado asombro. Recordemos cómo Rajoy. tras
haber desalojado a Zapatero con la
ayuda del guru de la transición y presunto portavoz del IBEX35, J. L. Cebrián, consiguió la mayoría absoluta en 2012, tras una campaña demoledora cuajada de embustes, demagogia y populismo barato.
El
próximo Enero empieza a reinar el nuevo Gran Kahn, ¡qué
los
dioses pillen sin culpa a los inocentes!
JGM