lunes, 10 de febrero de 2014

Pavana para una infanta difunta





Cuentan que Ravel compuso en solo una noche
esa pieza para piano basada en una leyenda del
Pirineo. Una princesa, admirada por la belleza
del lago helado de Panticosa, decidió patinar en
él, pero una grieta inadvertida la llevó al fondo.
Su marido, que presenciaba la escena desde la
orilla, se lanzó a salvarla y se hundieron los dos
en el fondo del lago, donde según la leyenda
siguen viviendo una eterna historia de amor.

Alea iacta est

El juez Castro lo decidió, y ya no hubo marcha atrás; lo menos importante será el veredicto final. Ya pueden Rajoy y el fiscal Horrach exonerarla de toda culpa, el gran jurado de los ciudadanos de aquí y de allende las fronteras  lo han dictado ya. Las cuatrocientas preguntas del juez han sentenciado a la princesa y han lastimado severamente al resto de la familia real.

Sucedió algo similar con el Curita, en Valencia; al final un jurado popular lo absolvió, sí, pero antes tuvo que dimitir de su importante cargo. Peor quedó su imagen tras el juicio; al negarse en el último momento a declararse culpable de un delito menor, que solo llevaba aparejada una sanción económica, tuvo que soportar el calvario de oír como se reproducían en público las vergonzosas conversaciones con sus compinches.
Algo semejante le ha ocurrido al duque consorte, pudo haber pactado con la fiscalía y con su exsocio, y este no hubiera relucir sus horteras y comprometedores e-mails; otros correos salieron de nadie sabe dónde.

¿Cómo se ha llegado a este punto?

Lo tenían casi todo: juventud, glamour, un ducado, una medalla olímpica y dos empleos de poca responsabilidad, bien remunerados.
¿Qué sucedió? Pues, quizá pasó como en las tragedias clásicas, en las que un hombre comete un error y los dioses acaban con él.  
¿Codicia? ¿Irresponsabilidad? ¿Poco talento?

¿Talento? Tendría más razones que su esposa el balonmanista para aducir ignorancia, al fin y al cabo a sus 46 años aún no ha sido capaz de obtener un título universitario –ya sabemos cómo se consiguen esos otros masters.
No así la infanta, que recibió clases de la profesora Mari Carmen Iglesias que incluían Economía, Economía Política y Ciencia y Sociología Política; pese a lo cual manifestó un total desconocimiento en asuntos contables, financieros y fiscales; y dijo no saber por qué firmó el contrato de arrendamiento del palacete.

¿Qué extraño sueño le hizo creer a la pareja enamorada que vivían en la Corte de los Milagros de su tatarabuela Isabel, la reina fondona?

¿Codicia? Todo príncipe puede pretender vivir en un palacio de diez millones de euros, ¡bueno!; pero según consta en la Agencia Tributaria, los Duques destinaron además hasta 698.824 euros de su sociedad a gastos estrictamente particulares: vajillas de lujo, clases de merengue, libros de Harry Potter,…. Para hacer más comprensible la cifra, podríamos calcular que es el equivalente a lo que ganaría un mileurista en una muy larga vida laboral (más de 50 años).

¿Por qué Urdangarín y su socio no devolvieron, en su día, el dinero, mostraron arrepentimiento y pagaron a la Agencia Tributaria lo evadido?
Hubieran pagado la mitad de lo que se les exige ahora y la petición de condena hubiera sido tres o cuatro veces menor. Pero en este país, desde el Dioni a Mario Conde, nadie devuelve un duro.


¿Qué hacer ahora?

Según el artículo 57.5 de la Constitución, será una ley orgánica la que decida sobre abdicaciones y renuncias en la línea sucesoria. Treinta y seis años después, esa ley está por hacer. Ello implica que, según ese mismo articulo 57.1, ni el rey ni las cortes pueden privar de sus derechos a ningún miembro de la línea sucesoria, tampoco está  claro el procedimiento ante una posible abdicación del monarca.

Pero no parece que la infanta Cristina esté dispuesta a renunciar ni a su marido ni a sus derechos dinásticos. Si recordamos  las irregularidades producidas en esa línea dinástica hasta coronar a Juan Carlos I: una, el hermano, muerto en accidente por arma de fuego; la otra, el padre, descabalgado de la línea sucesoria por el dedo de Franco, podría asaltarnos el temor de que siguiera la racha, y pudieramos encontrarnos un día con Iñaqui Urgandarín como Jefe del Estado consorte.
 
 Según la Constitución, Art 57.1 “La persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad”; pero ese mismo artículo (57.4) añade que “Aquellas personas que teniendo derecho a la sucesión en el trono contrajeren matrimonio contra la expresa prohibición del Rey y de las Cortes Generales, quedarán excluidas en la sucesión a la Corona por sí y sus descendientes.”  No parecen caber muchas dudas sobre la "responsabilidad" del monarca al no utilizar ese derecho al veto en la elección de sus yernos.



Julio G. Mardomingo


sábado, 8 de febrero de 2014

PP: A la derecha de la derecha



Establece el Código de la Circulación la prohibición de adelantar por la derecha. Parece que en el PP se están saltando esa norma; y no sólo el mónaco Gallardón, también la vieja guardia parece haber elegido esa vía. Cuando la pesadilla ETA da sus últimos estertores, el oscuro ex funcionario de prisiones Ortega Lara, político malgré lui a raíz de su cautiverio, crea un partido a la derecha del PP, VOX. Otros pesos menores de la política, en franco declive o en el olvido, se unen a él: el inconformista Vidal Quadras, o un resucitado Ignacio Camuñas ¿alguien recuerda la UCD?; pero mucho más molestas para Rajoy y para los que se reparten actualmente el Poder son las defecciones de Mayor Oreja, la oposición constante de Aguirre y, sobre todo el desplante de Aznar.
¿Qué hizo Rajoy ante esa fractura anticipada? Pues más o menos lo que Franco cuando se sentía acosado desde fuera de España: convocar un acto de exaltación a su persona, una convención de su partido, ahora, en Valladolid -¿por qué no en Quintanilla de Onésimo (Redondo)?
En ella, tras los gritos de rigor: Cospedal con sus trabalenguas habituales dice, más o menos, que están más unidos que nunca, y que Mayor no es “un verso libre; es decir, todo lo contrario que la realidad muestra, que es un alejamiento intencionado en las pautas de rima y metro. ¡Que buen dúo harían la dama de ”como fue una indemnización en dife... en diferido en forma, efectivamente, de simulación de... simulación o de lo que hubiera sido en diferido” y el tancredo del “llueve· y “y tal”. ¡Tiemblen Faemino y Cansado por su futuro laboral! 

¿Y dónde encontrar al culpable de la debacle? Pues, donde siempre, en la frágil oposición, en el relajado Rubalcaba: “Tú eres parte responsable de ese calvario. O te callas o reconoces el mérito de la gente”. O sea, vuelve el “Sobres” a ese  estilo tabernario tan propio de esa presunta asociación de malhechores (72 imputados y 200 gürtelitos). Trata, pues este contumaz embustero en concentrar  en el secretario del PSOE lo que piensa el 90 por ciento de la población: que la recuperación solo esta en su vacía cabeza y en la de sus ecónomos. Los datos de enero son espeluznantes, pero peor aún es el enmascaramiento de las cifras: el empleo fijo se reduce a marchas forzadas con la leyes de la Reforma Laboral, mientras se registran algunos contratos temporales de media jornada o de diez horas semanales.  

De Cataluña, nada nuevo: o sea, como si Cataluña ya se hubiera separado y no contara más. Siguen insultando a los catalanes como si los seiscientos kilómetros impidieran que llegaran sus sandeces hasta allí. A las ofensivas “algarabías de Rajoy”, la señora de la peineta ha añadido que “los españoles no quieren “aventuras estrafalarias y extremas”.
Para que su secretaria no lo aventaje, ha añadido Rajoy que “Cataluña camina hacia la Edad Media “.Un comentario que según los principios elementales del psicoanálisis implica una clara proyección. ¿No serán el chupacirios Gallardón, el comehostias Fernández Díaz y la absurda visionaria Fátima Báñez los que intentan devolver al país al primer concilio de Nicea?

Intentan meter en la cabeza de los ciudadanos del país que se trata de una mera cuestión de “pelas”, de una pelea entre Mas y Montoro por un puñado de euros –por cierto parece, que Montoro ha cambiado las reglas de juego en medio de la partida de las balanzas fiscales.
Puede que sea la cuestión del dinero en la que centren el conflicto tanto Montoro como Mas; ninguno de los dos parece tener más luces; pero no creemos que sea ese el sentir único de los catalanes. Resultaría demasiado fácil que a estas alturas todo se resolviera con alguna variedad de “cupo”.
Si algún día los catalanes consiguieran la independencia tendrían que poner junto a la estatua de Julian Casanova otra de Rajoy.
Claro está, que esta banda de chorizos autoritarios no quiere recordar sus humillaciones a los catalanes; unos gestos tan degradantes como gratuitos, con el fin principal de arrancar un puñado de votos en el resto del país:


Recordemos el ridículo espectáculo de Rajoy recabando firmas contra el Estatuto en las mesas petitorias de los barrios próceres de Madrid. Un Estatuto legitimado por la mayoría en las dos cámaras, que pareció satisfacer a casi todos y que fue cercenado, a instancias del PP, por el tribunal Constitucional, ese “comité político” al que los
procedimientos de cooptación han llevado a gente como el emboscado de los Cobos o al facha López.
Qué decir de la señora Aguirre, ese personaje político que parece salido de una zarzuela del género chico madrileño, clamando para que se anule por una ley general la prohibición de los toros en Cataluña. ¿Qué autonomía tendría una nación que ni siquiera pudiera decidir qué espectáculos puede tener?  La buena señora se ha forzado para que lo decida el Tribunal Constitucional, esa banda que goza del puro en las barreras de las plazas.
Es la misma señora que aprieta a Rajoy para que actúe contra Mas y suspenda la Autonomía catalana. Lo triste del conflicto es que este Gobierno sólo piensa en sus intereses a corto plazo y no considera la capacidad de reacción de sus oponentes políticos. No se les ha pasado por el magín considerar que si defenestran a Mas, podrían convertir a un político de serie en un héroe, en un Mandela. Y que si recurren a la fuerza y encuentran una oposición firme, puede acabar  el asunto un día en el Comité de Descolonización de la ONU, lo que pudiera  significar el principio del fin de la unidad nacional.  
Volviendo a las “pelas”, no reparan en lo que sienten las mujeres de Cataluña –y los hombres- ante leyes como la del aborto del ministro-sacristán Gallardón. No recuerdan que en los años de plomo del franquismo, intentar comprar preservativos en las farmacias de Madrid significaba que el boticario te mirara como a un pervertido sexual y te los negara airado –o que en las ciudades de la vieja Castilla, el mancebo hubiera llamado directamente a los policías. Por contrario en Barcelona, en aquellos tiempos, no sólo había tiendas con el rótulo de “Gomas”, sino “mueblés” que se alquilaban por horas para goces extraconyugales.
Por cierto, resulta patética la actitud de Gallardón ante el rechazo a su ley: Primero dice “Rajoy me apoya”, lo que traducimos como “sólo le apoya Rajoy”; y a los pocos días se autocorrige “es la ley de todo el Gobierno”, traducido como “todos estáis pringados”. Parece que ahora no saben qué hacer con la dichosa ley y siguen la doctrina Rajoy: dejar que el tiempo acabe con ella.
Volviendo al conflicto catalán, lo sangrante es el intento de esta gente de tratar de imponer a todo el país el etnocentrismo de la calle Génova, como intentaba justificar un idiotizado jefe supremo de la Justicia en tiempos de Aznar: “¡No va a haber una ley distinta para cada comunidad autónoma!”, decía, sarcástico, aquel mentecato del poder judicial, como si la ley fuera el único principio del Derecho.
 
Es un conflicto serio y preocupante, al que Rajoy y su pandilla solo aportan su inanidad tradicional: sólo sirven para reprimir y amenazar; y cuando alguien tiene una iniciativa negociadora, la quizás trasnochada de Felipe González, la más realista de Susana Díaz, o la más radical de Cayo Lara, sólo responden con sus burlas y desprecio, bien por ellos mismos, bien a través de sus grotescos voceros, como ese tipejo que ahora cabalga entre El Mundo y las TDTs.

No hablan para nada de sinergias culturales, económicas o de convivencia. Sus sombrías amenazas van desde el boicot a la pertenencia a Europa, al vaticinio de una ruina económica para una Cataluña independiente. Olvidan, sin duda, que con una población de 7,5 millones, el PIB generado en Cataluña supone casi el 20 por ciento del total español, y que sus exportaciones representan un tercio del total del  Estado, . Obvian asimismo la posición geográfica privilegiada de esas cuatro provincias, que cuentan con una longitud costera de 750 kilómetros (500 lineales) y 650 kilómetros en su frontera francesa, es decir con la Europa rica.
Un hecho significativo ha sido el del  primer ministro británico, David Cameron, que ha instado, hoy, a los escoceses a mantenerse en el Reino Unido, pero lo ha hecho desde una postura más modesta y realista: “Separados seremos más débiles”.

Algunas voces, como las de  Felipe González o Fracesc Homs, proponen, bien que con distinto orden, un  referéndum a nivel nacional sobre los cambios constitucionales que faciliten el cambio de estatus de Cataluña.
Tal referéndum facilitaría, sin duda, un conocimiento de la opinión de la mayoría de los españoles sobre el espinoso asunto, y quizá deparara sorpresas notorias.
El caso es que Rajoy, bien por su habitual vacuidad, bien por un temor a abrir la caja de los truenos, sobre todo en su partido, no parece decidido a tomar ninguna iniciativa. Ello conduce a un crecimiento acelerado de las dos espirales de silencio: una en Cataluña, la otra en gran parte del resto de España. Que Rajoy intente imponer su silencio de momia desde el Gobierno no implica que los otros queden callados.

En pro de esa sinergia, o quizá por inercia, costumbre o temor al cambio, creemos que quizá lo mejor sería permanecer unidos;
pero claro está, de mútuo acuerdo, con el convencimiento de dos amplias mayorías, una catalana, centralista la otra. Lo contrario es un sin vivir con pocos visos de solución.  


En cualquier caso, no parece inminente una ruptura de la unidad nacional, pero si llegara tampoco sería el fin del mundo. Actualmente, Europa cuenta con el doble de estados soberanos que antes de la Segunda Guerra Mundial.
Y para nuestra tranquilidad deberíamos recordar el no muy lejano “divorcio de terciopelo” entre las repúblicas Checa y Eslovaca, con un amistoso y equitativo reparto de activos y deudas  y con un mínimo impacto económico para las dos.

Julio García Mardomingo