domingo, 17 de abril de 2016

La cena de los idiotas




¿Puede un idiota determinar el destino de toda una nación, incluso de todo el mundo conocido?
¡Sí, puede!

No hace falta recurrir a profundas reflexiones, basta con visitar los tratados más elementales de historia contemporánea, incluso  las hemerotecas,  para comprobarlo.
En el pasado siglo, un pobre desgraciado, un simple conscripto afectado por los gases de la primera guerra mundial, un emigrante   desharrapado que vivió en un albergue de caridad y más tarde en una buhardilla, en la que entretenía sus ocios y sus fantasías arrojando  migas de pan a las ratas con las que convivía, decidió un buen día bajar a las tabernas, en las que, cierto es, no bebía, pero encendía con su lenguaje, tan burdo como estimulante, a los beodos desempleados.  
Pocos años después, encerrado por putschista en una cárcel de lujo, escribió un alucinante panfleto, un amasijo de bobadas pseudohistóricas, con un denominador común: su odio paranoico a los judíos, a los que acusaba  de todos los males de la nación alemana. Sirva de ejemplo el uso del término Jude, que emplea hasta 232 veces en su delirante librejo.                                                                                                                      Conocido es el resultado de la aventura personal de ese desequilibrado: 60 millones de muertos, la mayor tragedia sufrida en la historia de la humanidad.

Tampoco es preciso retroceder demasiado en la historia, ya que a comienzos de este milenio, dos idiotas y un socialista “a la inglesa”, en contra de todo el Derecho de gentes, con argumentos espurios, decidieron comenzar una gran matanza en la llamada “Cuna de la Humanidad”.
La matanza se extendió rápidamente a los países vecinos y, a día de hoy, veintitrés años después, son incontables las víctimas e imparable el éxodo de civiles hacia Europa a resultas de lo que aquellos majaderos desencadenaran.
En noviembre de 2011, un tribunal de Malasia condenó al “socialista” y al principal idiota por genocidio y crímenes contra la paz; parece que al otro bobo lo consideraron un mero comparsa.
 
¿Puede alguien imaginar que el actual presidente del Gobierno en funciones hubiera aprobado la reválida de cuarto de no haber sido hijo de quien fuera?
¿Qué decir de unas oposiciones al Registro de la Propiedad?
¿Qué podría recitar ante el Tribunal un tipo incapaz de leer sus propios escritos?
¡Pues ahí está, tan pancho!, presidiendo una supuesta democracia avanzada y un partido que más se asemeja a una asociación de malhechores; presuntos malhechores que este buen provinciano de puro, casino y siesta acoge raudo en su seno; mientras que a sus compinches en la cárcel les envía mensajes de ánimo.
Este personajillo, cuyo nivel intelectual esta a la altura de sus lecturas: el MARCA, ha contado todavía con el apoyo de más de siete millones de electores. Dada la descomunal tasa de paro no cabe duda de que muchos de sus incondicionales estén en el paro eterno, o de que alguno de los parientes más cercanos de estos estén trabajando en un barucho por veinte euros en una jornada de sol a sol; pero bueno, tampoco se puede esperar demasiado de una población que lleva sometida más de un milenio a la tutela mental de los discípulos de Cristo en concomitancia con los reyezuelos y mandatarios que causaban el asombro negativo del canciller Bismarck.

Ya lo decía el político y escritor checo Ludvik Vaculik, en una entrevista con Ignacio Vidal-Foch (El País 29 Mayo 2004). Afirmaba ese sesudo filósofo que:

 la observación, la reflexión y la estadística me llevó a la conclusión de que el noventa por ciento de población es idiota. La observación, la reflexión y la estadística me han convencido de que el 90% de las personas son estúpidas. En consecuencia, votarán a un estúpido como ellos para que les represente. Y como son mayoría... Fíjese en el caso de EE UU, el país más poderoso del mundo: tiene un presidente idiota, y cómo iba a ser de otra manera si lo ha elegido una multitud de idiotas...".
 
Otra cosa es que esa asociación supuestamente política, el PP,  tenga un número de militantes que se acerque al millón. Una cifra realmente asombrosa en un país con tan poca tradición asociacionista. ¿Qué hay detrás de esas cifras? Pues, puede ser  que algunos se afilien al olor de los dineros públicos, pero probablemente se trate simplemente de buscar una justificación a los ingresos que lleguen desde otras fuentes. Un caso parecido al de su socio concomitante, la Iglesia católica, que se niega a borrar de sus libros a los bautizados que apostatan para poder, así, mantener como católicos al grueso de la población, casi obligatoriamente bautizada hasta tiempos recientes.

 JGM


viernes, 1 de abril de 2016

Muertos de tercera clase






Cinco días después del atentado de Bruselas, El País seguía dedicando al suceso su primera página y las cinco siguientes; sin embargo en la portada de ese mismo ejemplar solamente dedicaba un recuadrito al final de página al atentando de Pakistán, donde un terrorista se inmoló llevándose por delante a 72 personas, en su mayoría niños, por tratarse de un parque público, y con más de 300 heridos graves.   
Ya casi dos años atrás, en diciembre de 2014,  los talibanes habían causado una masacre mayor, haciendo explotar un artefacto en una escuela, que causó 148 muertos, de los cuales 132 eran niños.
Esto nos recuerda aquella noticia que apareció en un periódico español de derechas -¡cúal no lo era entonces!- tras un accidente ferroviario en Torre del Bierzo, en 1944, puede que con más de 800 víctimas: “Afortunadamente todos los muertos eran de tercera clase”.

Según el Diario.es de 22/Marzo/2016: 

“El 87% de los atentados yihadistas desde el año 2000 han sido en países de mayoría musulmana"

"Casi nueve de cada diez atentados perpetrados por organizaciones terroristas de corte islamista entre 2000 y 2014 se produjeron en países de mayoría musulmana
Más de 72.000 personas murieron en estos atentados, 63.000 en países donde el Islam es la religión mayoritaria”.

Es una muestra de cinismo extremo el pánico público que promueven los lobistas de la seguridad en Europa, alentando todo tipo de reacciones fascistas, recortes de libertades y todo tipo de negocios para la ”seguridad”, a sabiendas de que los misiles occidentales y las bombas de ISIS y de otros paranoides desesperados matan a más inocentes en una semana que los muertos en un año en Europa. Las atrocidades de Bruselas se ven casi a diario en las calles de Damasco, Alepo, Karachi o Bagdad.

Según datos de Global Terrorism Database & Pew Research, solo el 0,1% de los atentados terroristas tuvieron lugar en Europa Occidental entre 2000 y 2014. Así pues, solo se cometieron 22 atentados frente a los 15.818 actos terroristas cometidos por grupos yihadistas en todo el mundo. Unas cifras a los que se unirían los nuevos ataques este pasado martes en Bruselas, donde han fallecido 30 personas y en noviembre de 2015 en París, donde murieron 137 personas.

Está claro que para las democracias de Occidente, ese 0,1% es terrorismo de “baja intensidad”; algo asumible: los políticos se lucen en los medios, los láseres iluminan la Tour en París –eso si consideran importante al país atacado, si no, se ahorran el esfuerzo como cuando los atentados de Madrid-,¡ah! y un funeral lleno de gori gori, aunque los muertos no sean cristianos,… y a otra cosa.

Nadie quiere hablar de fuentes de agravio: del penal ilegal de Guantánamo; del gueto de Gaza o de los más próximos de París o Bruselas;d el robo sistemático de tierra y agua y de la continua humillación de los israelitas a sus vecinos árabes; o de la condescendencia y la pleitesía a los príncipes tiránicos feudales saudíes y a sus pequeños vecinos, solo porque debajo de sus arenas se mueven mares de crudo.Resultado de imagen de belgica atentado

Las respuestas de los occidentales mueven a la risa; así, el Pentágono o la CIA se jactan de haber enviado un avioncito autónomo para cargarse al jefe de finanzas del ISIS; como si la jubilación de un director financiero de un banco de Frankfurt supusiera la bancarrota de la institución. Todo esto a  sabiendas de que, en áreas tan pobladas, probablemente el dron bombardeara una escuela llena de niños: ¡Eso sí que es matar moscas a cañonazos!   
No menos cachondeo merecen los cuerpos de seguridad de estos países, donde cada uno va a lo suyo y no comparten nada ni aún dentro de cada país, véase si no el hermetismo en nuestro país entre la Policía, la Guardia Civil y los Servicios Secretos. Los terroristas de París y de Bruselas eran viejos conocidos de las policías europeas y se mudaban de Turquía a Francia o a Bélgica como Pedro por su casa, paseando por los parques públicos de Bruselas con un  kalashnikov debajo  de la chilaba.   

JGM