lunes, 27 de junio de 2016

¡Cal y cantazo!



Esto acaba de empezar. A los poderosos les decimos:
hasta la victoria siempre”

Así, con esa elocuencia criolla, despedía Pablo Iglesias (Jr.) la noche electoral del 26J.
Sí, señor Iglesias, sí. Acaban de empezar otros cuatro años de pesadilla con “Zampasobres” Rajoy y su banda de afanadores de lo público.
¿Sabe quién nos ha condenado a todos a este martirio? Sí, sí lo sabe: Usted, señor Iglesias.
Si su partido, Podemos, se hubiera abstenido en la investidura de Pedro Sánchez ahora Rajoy no sería presidente y usted hubiera podido convertirse en el látigo de izquierdas de aquel posible gobierno; una posición privilegiada para soltar mandobles a derecha e izquierda con su proverbial facundia de politólogo de facultad.
Pero no, su megalomanía, su histrionismo, su sentir desde la tribuna de oradores que había un  primetime, con millones de espectadores pendientes de sus palabras, le llevaron a volar todos los puentes que hubieran permitido expulsar a Rajoy y su recua de la vida política del país.
Fue en la tarde de ese día aciago, 2 de marzo de 2016, cuando usted lanzó su exabrupto, una calumnia, que había desestimado como tal en su día el Tribunal Supremo.
Usted escupió a la cara a más de cinco millones de votantes del PSOE, a la imagen del presidente más valorado de la democracia, todo su odio anguitiano, el odio que esa especie de Iago le trasmitió.
Pero no, su ego, su soberbia intelectual, su actitud prepotente de perdonavidas, no le permitió, durante un segundo mágico, entregar la presidencia del gobierno a ese petimetre socialista, que probablemente no habría oído hablar ni siquiera de Georgi V. Plejánov.
Señor Iglesias ha sido usted un fuego fatuo en la praxis política de este país, mejor vuélvase a embaucar a los alumnos de sus clases con los sueños australes de Ernesto Laclau.
Resultado de imagen de iglesias anguitaPero no, señor Iglesias, le auguro un futuro mejor; con su dominio de la televisión, no tiene más que pedirle a su promotor habitual un programa que haga el sorpasso a los programas de  A. Rosa Quintana  o de Bertín Osborne para entrevistar a sus anchas al pequeño Nicolás.
¡Ah! Y lleve a su programa a Anguita, ¡es especialista en sorpassi!

JGM

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