El señor Pablo Iglesias Jr. tiene un problema en la Cámara: la otra cámara;
la de la tele, a la que mira más que a
los diputados sedentes.
La frustración de este líder garibaldino es la del que ha podido
constatar que no puede competir con un partido con más de cien años de
existencia, ni siquiera en un momento tan tristemente histórico como el de esta
crisis sinfín. Se apoderó de un movimiento ciudadano espontáneo; fagocitó a
Izquierda Unida, pero le ha resultado más difícil hacerlo con el electorado.
Prudente ha sido el candidato al Gobierno al no responder a los
inoportunos e hirientes comentarios de
este advenedizo, pudiendo haberle recordado de dónde vienen él y los suyos, de
un partido que conserva aún el nombre: “comunista”. El nombre ominoso de los que
desollaron vivo a Andreu Nin, los del Gulag y los de las checas y el tiro en la
nuca.
Lo que menos necesita este país son las vueltas al odio
eterno de una izquierda sobre la otra, pero parece algo inevitable en los que
han mamado la política en esas fuentes y siguen teniendo al resentido de
Córdoba como su “referente espiritual”.
Imagino que si Pedro Sánchez apelara a sus bases para que
aprobaran un pacto con estos jacobinos no alcanzaría ahora el mismo consenso
que tuvo su petición para el pacto con Ciudadanos.
El exabrupto extemporáneo de Iglesias muestra su inmadurez
política; ha dinamitado, probablemente, un puente importante para un posible
pacto de izquierdas.
El candidato socialista recurrió varias veces a la aritmética
para recordar a Podemos la imposibilidad de formar gobiernos de izquierda sin
renunciar a múltiples líneas rojas. Olvidó quizá mencionar otra aritmética más
elemental, la que trazando una línea imaginaria entre derecha e izquierda y dividiendo
el resultado de las elecciones, solo mostraría una diferencia porcentual de unas pocas décimas en
votos ciudadanos. Por causas que solo podría explicar una psiquiatría política,
el partido más votado ha sido el de la corrupción y el despotismo, y a pesar de
la terrible recesión no hubo ningún landslide
a favor de la izquierda.
En fin, roto ese importante puente, son altas las
probabilidades de repetir elecciones en Junio. Quizá algunos electores hayan añadido
ya a su lista negra otros nombres junto al del graciosillo “zampasobres”.
¡Qué los dioses repartan suerte en Junio!
JGM
Hola Julio desde Barcelona (Catalunya),
ResponderEliminarEspaña tiene un problema mayor al de una coalición de partidos. Es Pablo, Pedro o el Neofalangito de C's. Echar al Sobresueldos con aquellos que se adoran más a ellos mismos que preferir un gobierno de cambio para un bien común, es la peor de las suertes que sufre este país. No hay ahora ni lo habrá en Junio, un candidato que pueda representar un cambio real.
Mientras ... Catalunya se va, por el bien de su gente, su cultura, por el bien de España.
Salut,
Bernat
Hola Bernat,
EliminarEl nacionalismo español habla del “problema catalán”, lo cual es una inadmisible petición de principio: los catalanes no son el problema; ya Ortega y Gasset lo vio claro, es ese nacionalismo español –Ortega lo llamaba Castilla- el que ni ha sabido nunca reconocer a su vecino del noroeste ni reconocerse a sí mismo; ante cualquier “fronda” solo ha sabido recurrir al Ejército y a las ejecuciones sumarias.
Estoy de acuerdo con tu último párrafo, el de “mientras…”, aunque quizá no con la última parte de la oración atributiva: no creo que la República de Catalunya sirva para el bien de España. Ya quedó demostrado cuando “Castilla” perdió de una tacada Cuba, Puerto Rico, las Filipinas, etc. ¿Qué vino después? En lo cultural, las jeremiadas de una generación de intelectuales que había transformado la historia en mitos; en lo político, la reacción de un Ejército que solo ha ganado batallas contra el pueblo inerme que le sustenta: Semana Trágica, Dictadura de Primo, Golpe militar,…
P. El mes pasado estuve en Barcelona a ver a L. E. Aute en el Palau. Aproveché para ver el Palau Güell en el Raval. ¡Magníficos los tres!”
Salut
Julio