martes, 19 de enero de 2016

Elecciones a la vista





Se cumple hoy el primer mes tras las últimas elecciones y, a pesar del amplio abanico de combinaciones posibles de elementos, tomados ya uno a uno o hasta ocho, no aparece ninguna opción clara en el horizonte político de este país.
Tampoco es algo excepcional en las democracias europeas: e.g., la italiana, la belga,…; pero lo significativo es que la mayoría de los ciudadanos españoles (61% según Metroscopia, El País 16/1/2016) prefiere los pactos antes que repetir elecciones. Sobre todo porque las encuestan ofrecen pocas variaciones significativas.

En las democracias avanzadas la situación más común es el gobierno en coalición de las dos candidaturas más votadas (“la gran coalición”, véase el caso alemán), y la alternativa es una coalición de otros partidos con rasgos ideológicos similares (caso portugués). ¿Qué dificulta que eso suceda aquí? Veamos cuáles son los dos problemas principales: Uno, Rajoy y su partido; el segundo, quizá más importante, el conflicto entre el independentismo catalán y el nacionalismo español.

Rajoy es un apestado al que nadie quiere acercarse, pero aunque lo sustituyeran como candidato a la presidencia, no habría tiempo suficiente para olvidar cómo esa formación bajo su mando ha aprovechado de forma despótica su mayoría absoluta durante cuatro años. Tampoco han mencionado ni por asomo su disposición a derogar las leyes más contestadas de su legislatura. Y no menos importante, la corrupción que sigue apareciendo un día sí y otro no, en la prensa. Hoy le toca a López Seijas, el amigo de Rajoy y empresario del hotel donde Rajoy celebró la Nochevieja; también a la ministra de Fomento, enchufando a alguien en AENA.Resultado de imagen de fotos de rajoy y barcenas
El PP considera a Rajoy amortizado, pero no tiene un claro substituto y no está dispuesto, a pesar de la millonaria pérdida de votos, a crear un conflicto interno que soliviante a la clientela rajoista. Rajoy es un candidato, que de repetir mandato, al no estar amparado por la mayoría absoluta de sus corifeos, no soportaría la presión de la oposición; demostrada ha quedado su facilidad para perder la compostura ante la menor crítica directa y para responder con insultos lingüísticamente incoherentes. ¡Está gagá! piensan muchos, incluso de su partido. Resultado de imagen de fotos de rajoy y barcenas
Por otra parte, es probable que en algún momento tenga que sentarse en un banquillo judicial en calidad de lo que sea, bien requerido por los abogados de Luis “el cabrón” o por los de cualquier otro imputado en los grandes procesos que se avecinan para ese partido.
Pero al lado del conflicto catalán, el personaje Rajoy podría aparecer insignificante: se le cambiaría por otro, ¡y ya está!

Respecto a este otro impedimento, el secesionismo catalán, digamos que si bien es un conflicto que data desde la muerte del rey Fernando II de Aragón, allá por las primeras décadas del XVI, los catalanes nunca habían estado tan cerca de librarse del yugo castellano como en estos días.
El hecho actual que prendió la mecha y que ha sido el factor determinante fue la denuncia de Rajoy y sus huestes del nuevo Estatut de 2006, ya entonces en vigor, ante el Tribunal Constitucional; con la consecuencia de la eliminación de las cláusulas aprobadas tanto por el Parlamento catalán como por el español, y por el posterior referéndum vinculante de los ciudadanos, que acudieron en número suficiente a las urnas a pesar de la prohibición de incentivar la participación por parte de Junta Electoral Central(¡) -recordemos que el referéndum solo se celebraba en el territorio de Cataluña-, bien que fue el Partido Popular de Cataluña el único que hizo campaña tanto en catalán como en castellano. Su eslogan de campaña fue "Di no al Estatuto”. El resultado fue de 73,90% votos a favor, 20,76% en contra y 5,34% votos en blanco.

El primer Estatuto de autonomía vinculante, el Estatuto de Nuria,  se celebró en Cataluña en 1931. ¿Se han  preguntado los políticos electos el mes pasado por qué  si se han  celebrado ya desde entonces  otros dos referéndum vinculantes en Cataluña: el Estatuto de Sau, en 1979, y el más reciente de 2006, no se pueda celebrar otro sobre un asunto tan propio de ese territorio como el de los anteriores?
El Partido Popular y el genio de la política que aún le preside decidieron ganar votos en el resto del territorio a costa de anular la voluntad de los catalanes: recuérdese el ridículo papel de Rajoy, entonces en la oposición, postulando en la “milla de oro” de Madrid, pidiendo el voto anti-Estatuto a las damas en un día envisonadas de la calle Serrano.
Esta lumbrera política, dejó de leer un dia “la Marca”, encendió la tele y vio a millón y medio de catalanes manifestándose por la independencia...y ¿qué dijo?, ¡Vaya algarabía!  
Es ese homme d’État el que nombró ministro a un botarate que humilló a los catalanes donde más le duele, en su lengua. El sujeto que se jactó de “españolizar a los niños catalanes”. Un tipo empecinado en su estulticia que fue debidamente recompensado junto a su mujer con un lujoso piso en el distrito XVI de París, con cuerpo de casa y coche pagado por todos nosotros, incluidos los catalanes. Confiemos en que el Gobierno resultante el 20-D le mande unas cajas de cartón para que se mande mudar.

Así pues, parece ser el tema de un posible referéndum en Cataluña el escollo que impide un gobierno PSOE-Podemos, que estaría apuntalado por IU y algunos nacionalistas.
Podemos paró una caída en picado con una arriesgada y acertada decisión, aceptar un referéndum secesionista en Cataluña, para el que, sin embargo, dijo pedir el NO.
Sánchez no se atreve a aceptarlo, probablemente por temor a los barones de los territorios menos desarrollados, sobre todo a  la baronesa andaluza.
Pero meditemos un momento: la decisión de Podemos fue valiente, pero le permitió ser la primera fuerza política en Cataluña, mientras que Ciudadanos quedó relegada a la quinta posición; sin embargo no perdió votos en el resto de las comunidades, pues parece ser que el resto de los ciudadanos empieza a comprender que el secesionismo catalán es algo ajeno en lo que no tienen mucho que decir.
En cualquier caso, el referéndum sería el fin del proyecto conducente a la República Catalana, en el que ya ni Podemos ni ningún otro partido del actual Estado tendría por qué intervenir.
¡Y a saber, que pasaría entonces!
¿Por qué el PSOE se empecina en negar algo que de momento es un simple proyecto teórico y que de consolidarse no tendría nada que ver con él?
   
Basta comprobar algunas macrocifras para ver cómo el problema territorial se cerró en falso en 1978.
Andalucía supera en población a Cataluña en aproximadamente un millón de habitantes, mientras que los porcentajes relativos de PIB per cápita entre ambas son del 61.5%, el catalán (26.996) frente  al  38.5% (16.884), el andaluz; asimismo Andalucía posee el peor mercado laboral de la Europa Comunitaria. En 2014 el paro en Andalucía era del 38.4% -la mayor tasa regional de la UE- y el paro juvenil alcanzaba el 53%.      
Son cifras demasiado divergentes para que no se traduzcan en un conflicto político.
JGM

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