Crisis de legitimidad de la monarquÃa
La crisis de legitimidad de la monarquÃa ha estado siempre en el origen de todos los ciclos constitucionales de nuestra historia. Lo que está ocurriendo no es nuevo
Copio el titular de un artÃculo que el catedrático constitucionalista Javier Péres Royo publica hoy (20/4/2020) en eldiario.es.
Efectivamente, de las tres legitimidades que se
esgrimieron en su dÃa para coronar a Juan Carlos I, ninguna era tal: legÃtima.
Todo lo contrario, lo coronaron los poderes fácticos: Ejército, Iglesia, Banca
y, sobre todo, el tardofranquismo dominante en las instituciones. Y, sabido es
por definición, que los poderes fácticos no son poderes legÃtimos.
En suma, la legitimidad de estos Borbones es como la de los hijos espúreos que, al parecer, el "rey cachondo", ha ido sembrando por el paÃs.
La solución es sencilla:
Referéndum que determine la forma de Estado.
SÃ, es que no, imdemnización de 22 dÃas por años trabajado y ¡aire!.
Después, Cortes Constituyentes; porque en puridad las de 1977, deberÃan haber sido convocadas por un gobierno provisional con una asamblea ad hoc, que determinara la soberanÃa del pueblo. Se las consideró como constituyentes porque asà las presentaron la prensa y los partidos. Fue, por tanto, un proceso constituyente sui géneris.
En suma, la legitimidad de estos Borbones es como la de los hijos espúreos que, al parecer, el "rey cachondo", ha ido sembrando por el paÃs.
La solución es sencilla:
Referéndum que determine la forma de Estado.
SÃ, es que no, imdemnización de 22 dÃas por años trabajado y ¡aire!.
Después, Cortes Constituyentes; porque en puridad las de 1977, deberÃan haber sido convocadas por un gobierno provisional con una asamblea ad hoc, que determinara la soberanÃa del pueblo. Se las consideró como constituyentes porque asà las presentaron la prensa y los partidos. Fue, por tanto, un proceso constituyente sui géneris.
Y a partir de ahÃ, tratar de consensuar una Constitución sin presiones de los curas, de los milicos, del neofranquismo y demás.
Una Constitución que acepten todas las naciones de este paÃs, y que corrija todos los preceptos antidemocráticos, que ante el ruido de los sables y de los demás poderes fácticos no hubo forma de evitar en la de 1978.
Confiemos en que esta vez, el pueblo decida expulsar para siempre a esa dinastÃa corrupta.
JGM
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