viernes, 14 de junio de 2019

Se acabó la función


  
“Alteza, lo único que le pido es que preserve la unidad de España"

Una mantra que siguen repitiendo todos los beneficiarios de aquella terrible matanza,  Esta fue la última petición que el déspota despiadado, el sangriento dictador, el gran asesino y torturador de ciento de miles de españoles hizo al Borbón, al sujeto que él mismo designó como sucesor de su régimen ilegítimo. ¡ Y pensar que un fiscal lunático habla de "golpe de Estado" cuando se refiere al apaleamiento de unos votantes catalanes que buscaban democráticamente una representación política acorde a sus principios ciudadanos!

Y aunque velado por unos supuestos principios constitucionales, ese el principal argumento que sostiene esa farsa político judicial a punto de cerrar su primer capítulo.
 

Todo empezó con aquel pájaro, probablemente el mayor estulto que haya tenido la política española, que solo pretendía mantener sus extramensualidades embutidas en sendos sobres. Y que acudió para ello a sus sometidos miembros de un Tribunal Constitucional, a los que él, entre otros de su calaña, había enchufado allí. 

Fue con toda seguridad esa mantra la que llevó al sátrapa y a su banda cómplice a la gran matanza de 1936 contra el pueblo español de todas las nacionalidades.


Y así estamos, esperando una sentencia, que para muchos está ya dictada, entre tanto hay doce presos políticos enjaulados por un procedimiento que se ha saltado normas constitucionales  tan importantes  como las del juez natural o la presunción de inocencia.

Cabe poca duda de que esta farsa viene dirigida desde lo más alto por quién más tendría que perder, por el autor del odioso discurso del 3-O, fuere quien fuere –el constitucionalista Pérez Royo apunta a que no hubo un claro refrendo, sino que se fraguó en la Zarzuela-, seguido de todos aquellos beneficiarios descendientes del resultado del 18 de Julio de 1936.


A punto de publicar este post, leo que el Tribunal Supremo niega a Oriol Junquera el permiso para recoger su acta de eurodiputado, de la misma forma que impediría a Puigdemont recoger la suya si vinera a Madrid –lo encarcelarían antes de que llegara al lugar.

Dado que ambos fueron elegidos democráticamente por los ciudadanos,  resulta inadmisible esta intromisión dictatorial de los jueces del TS en la política, no ya española, sino europea.

Como siempre tendremos que confiar en Europa.
JGM


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