Vaya,
parece que los del PP y los de El País van a acabar saliéndose con la suya tras
sus largas y fatigosas campañas de acoso y derribo para acabar con el
régimen legítimo de Venezuela.
Este
país caribeño sufre las miserias de los países menos desarrollados, agravadas en
su caso por el síndrome del producto único, la maldición del petróleo abundante.
Una realidad que les incapacita para diversificar sus exportaciones y limitar
sus importaciones. Cuando el precio del
crudo era alto, el régimen bolivariano se permitió un reparto social más
generoso; cuando llegaron las vacas flacas todo fueron llantos.
Esa maldición del crudo abundante no
solo limita la diversificación de la economía, sino que fomenta la codicia de
quienes ansían monopolizar la principal fuente de energía global. Primero fue
el genocidio iraquí y. ahora, lo que puede acabar de forma igualmente cruenta. Debajo
del ridículo tupé de ese maniaco narcisista hay dos objetivos claros: Venezuela
e Irán.

¿Qué diferencia a estos dos países de otros de
similar proyección mundial? pues que ambos flotan sobre un enorme mar de petróle,
del que esos imperialistas ansían apoderarse para controlar los precios a su
antojo.
Mira tú qué interés tiene ese fanfarrón en
invadir Honduras o Nicaragua, cuando es incluso capaz de entenderse con el gordito de Corea del
Norte, porque sabe que allí no nada que rascar. Y qué decir su su convivencia con los sierrahuesos de la monarquía feudal saudí o con el gobierno criminal del presidente egipcio Abdel Fattah el- Sisi.
Tres golpes de Estado han sufrido ya los
legítimos gobiernos bolivarianos.
Este es el cuarto, que utiliza a una
marioneta de la burguesía venezolana, de esa clase ociosa, insolidaria, que
según la CEPAL es otra de las causas de la incapacidad de estos países para
salir del subdesarrollo. Un típico representante de esa burguesía que
reconocemos por sus maldiciones a los bolivarianos y por su ingestión de
whiskies hasta las claras del alba en el Toni’s
2 de Madrid, el lugar donde el gacetillero Hermann Tertsch se cae de espaldas
abatido por el etanol. 
Lo que no puede discutir nadie es la
democracia formal bolivariana: las elecciones se celebran en las fechas que
marca la Constitución bajo el estricto control de los observadores
internacionales.
En 1912, durante el discurso anual
en el Centro Carter celebrado en la ciudad de Atlanta, EE.UU., el ex presidente
del país, Jimmy Carter, elogió públicamente el sistema electoral venezolano e
incluso declaró que es el mejor del mundo.
Algunos acusan a Maduro a gobernan
por decreto, pero ¿qué hizo Rajoy en sus mandatos, aunque fuera por su pánico
al Congreso? ¿Y qué decir de Sánchez, bien que por su minoría parlamentaria?
JGM