Ni Pedro
Almodóvar ni Woody Allen son profetas en sus respectivas tierras. Sus películas
son más esperadas en París que en sus propios
feudos, pero uno no debiera perdérselas, aunque solo fuera para ponerlas a
parir, como están deseando hacer algunos críticos en cuanto se anuncian.
Woody Allen,
más cosmopolita, rueda en Barcelona, en París o en Roma. También otros
directores españoles embarcan las cámaras y se van a rodar al Polo Norte, a
Bolivia o a Bosnia Herzegovina. Almodóvar prefiere los aledaños de Chueca, en
Madrid.
Para Julieta, Pedro descubrió tres relatos: "Chance", "Soon", and
"Silence" del libro de Alice Munro, Runaway, y se montó una película; pero en vez de situar la acción junto
al lago Hurón, la coloca entre la ría de Ares y la calle Fernando VI de Madrid.
¿Por qué no? También Otto Preminger
trasladó la Carmen de Mérimée a Louisiana.
Quizá el
único problema del cambio de escenario sea que el guión pierda verosimilitud -Almodóvar
sigue empeñado en escribir los guiones de sus películas-, ya que el concepto de
familia es muy distinto en los países anglosajones; allá, cuando los hijos
cumplen dieciocho años, los padres les dicen que ahuequen el ala, mientras que
aquí no se van de casa ni a tiros.
La peli versa
sobre una múltiple expiación de culpas y podría haberse titulado “La Culpa” o
quizá más apropiado “Las Culpas, las malditas culpas”, y su epítome sería la
desesperación ante lo ya hecho y la imposibilidad de deshacerlo.
A un arranque
impactante: un suicidio y un kiki en un tren (Chance), le sigue media hora meramente descriptiva, los actores parecen
recitar en un teatro –a veces pienso que son más convincentes, más naturales,
los dobladores que los actores; pero a partir de ahí la historia se encabrita y
adquiere lo que a algunos pueda parecer un relato tremebundo, ya que Almodóvar añade
al escueto relato munroniano algunas morcillas manchego-chuequianas. En los
relatos de Alice Munro, como en el tantos autores anglosajones son frecuentes
las relaciones asexuadas entre adultos; Almodóvar, tras el kiki inicial nos
sirve otros dos polvos de Julieta: uno frenético y otro más maduro.
La película
está muy bien hecha, ritmo, escenarios, actores y algo que me sorprendió:
entiendo perfectamente lo que hablan los personajes; lo cual me hace pensar que
cuando pierdo lo que dicen en otras películas es porque su sonido es deficiente.
La música de Alberto Iglesias, rotunda, impecable.
Llama la atención
el personaje Inma Cuesta (Rossy de Palma) que es un trasunto de Mrs. Danvers,
el ama de llaves de Rebeca, un claro homenaje a Hitchcocks. 
Hay
espectadores muy pendientes de descubrir los cameos, hasta el punto de que
algunos se les hacen los dedos huéspedes y creen ver a Alberto Garzón y al
propio Pedro en la parada de un autobús.
Reconocibles son su hermano, su novio, Bimba y algún otro más.
Reconocibles son su hermano, su novio, Bimba y algún otro más.
Muy de agradecer el metraje más clásico, poco
más de hora y media.
¡Vayan a
verla! Cualquier subproducto de la factoría Disney no le llegaría ni a la
altura del zapato.
JGM
N.B. El folleto de los cines Princesa no incluye ninguna
referencia a la autora del relato, la premio Nobel Alice Munro.
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