jueves, 10 de junio de 2021

Obituario

 

Obituario


Hace una semana que falleció mi prima Pili.

Convencida de la inexorabilidad, de la ley de hierro de la vida y la muerte, decidió irnos dejando poco a poco.

Fue para mí más hermana que prima, al igual que lo fuera su hermano Gerardo. Fui, soy, hijo único.

Tuvo una vida dura. Nacida en las  postrimerías de una República prometedora, tuvo que sufrir las vicisitudes y avatares de unos tiempos difíciles: evacuaciones para huir de bombardeos fascistas, huídas para librarse del horror franquista y, tras la derrota, el exilio y la ruptura familiar.

Mi tía Pilar, una madre coraje, rescató a mis dos primos de los campos de concentración de los insolidarios franceses y volvió a una España de hambre y horror.  La red de solidaridad familiar hizo más llevadera la existencia.

La dictadura fue larga y siniestra, pero conseguimos sobrevivir e, incluso, tener nuestras alegrías infantiles. Tampoco nos impidió formar familias.

La fortaleza de Pili, que a partir de una edad tuvo una mala salud de hierro, –vivió media vida con un riñón donado-, consiguió que llegara a eso que llaman esperanza media de vida. Fortaleza ayudada por el amor, los cuidados y la solidaridad de su compañero, Carlos, y de sus sobrinas.

Nos has dejado muy buenos recuerdos, prima Pili.

 

Sit tibi terra levis

 

 

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