lunes, 16 de noviembre de 2020

El submarino de TV1 contra Sánchez


Nos preguntábamos en la entrada anterior qué a quién se le ocurrió, en el prime time de la televisión  pública, sacar al señor Rivera para que criticara al Gobierno que preside Sánchez. Un político retirado por las urnas, un loser de la política.

Hoy le ha tocado cuota de pantalla a Alfonso Guerra, ese pícaro sevillano del que en su último libro[i] Jorge Semprún dijo que el “aparato guerrista”era: "Un discurso populista de izquierdas que permitía adornar y ocultar una práctica autoritaria y clientelar, desprovista de principios estratégicos y éticos, pero suministradora de puestos y de prebendas"[ii].

 Fue vicepresidente del Gobierno (8 años), vicesecretario general del PSOE (18 años) y diputado en el Congreso (27 años), el más veterano, aunque en las últimas  legislaturas era  un convidado de piedra. Decía que hubiera preferido la docencia a la política, aunque, que se sepa no tenía ningún título universitario.

Le sobraba megalomanía y la soberbia del que cree que ha llegado ahí por sus grandes méritos. En una ocasión a la vuelta de un puente intentó saltarse la larga caravana de coches y fue abucheado por los demás conductores. Iracundo se dio la vuelta y pidió un avión para que le llevaran a Sevilla.

 Digamos que fue el protocorruptor de la Democracia. Le montó un despacho a su hermano Juan –un vendedor de biblias a domicilio- dentro de la Junta a costa del erario público y con el consiguiente tráfico de influencias, chiringuito en el que Juan medró hasta que se descubrió un pastel que todos olían.

Acorralado por la derecha tuvo que acudir al Parlamento, donde mostró un maletín  diciendo que tenía basura para dar y tomar. Recibió la dura respuesta de Rosa Aguilar y sobre todo de Nicolás Sartorius - ambos en el PCE a la sazón-, que le preguntó si esos “documentos” se los daba la policía´. Pocos meses después tuvo que abandonar los cargos.

No es extraño que lo alabe Xavier García Albiol en sus twitters.

 Igual de notoria es la aparición en el medio público de los barones socialistas de la España menos desarrollada –Susana Díaz permanece más discreta, quizá porque su cargo en el PSOE andaluz pende un hilo.

Tres Comunidades gobernadas durante casi 40 años por los socialistas y donde los datos económicos siguen siendo espeluznantes. Trayectoria que haría buena la teoría de Milton Friedman, que sostiene que las economías subsidiadas no levantan nunca cabeza.

Sí señor, al presidente de Castilla La Mancha, Emiliano García-Page - 33 años viviendo la política en Castilla La Mancha, ¡se dice pronto!- no le gusta que a Bildu le parezcan bien los presupuesto; preferiría a Ciudadanos o, quizá, al PP de Casado.

Otro opositor a Sánchez es el antiguo militante de Alianza Popular, Guillermo Fernández Vara. Este hombre rechaza que se compare a Bildu con el PP.                                       Pues mire usted, Sr Page. Bildu es un partido legal, que no tienen ningún contencioso penal, mientras que el PP es una “asociación de malhechores” (un juez dixit) que tiene un marrón en estos momentos, que ríase usted de la mafia y de Al Capone. Hablo de la operación Kitchen y todos los autos separados. Hablo de aquel funesto ministro, de sus superiores y demás compinches.

 Y no menos importantes, aunque si más inocuas - el personal ya sabe de qué va- son las apariciones de ese estudiante acelerado de carreras y masters, el Sr. Casado, el que vuelve a sacar a los muertos a la tele y si embargo pacta con Bildu cuando políticamente le conviene.  El sujeto que cuando le recuerdan las hazañas mencionadas ut supra, mira para otro lado y dice que él no estuvo allí.

  



[i] Jorge Semprún “Federico Sánchez se despide ustedes”

[ii] Cit. de Carlos Prieto “El Confidencial” (09/02/2019)

 

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