“Hemos salido de la nada para alcanzar las
más altas cotas de miseria” (Groucho Marx).
Superando mi aversión a
la tele, vi el programa en el que Jordi Évole, junto con cinco votantes de
Podemos, entrevistó a Pablo Iglesias.
No tiene sentido decir
que alguien le dé cien vueltas a Rajoy, porque sería como multiplicar por cero;
pero si quitamos que es más listo y que habla mejor que ese pasmarote, el discurso
del SG de Podemos se redujo a las
mismas naderías. Notable es el parecido en cuanto al irse por las ramas e
intentar colar las respuestas que lleva preparadas, pero Évole no es Ana Pastor
y no se lo permitió.
Curioso es
que tratara de justificar el “lo hemos hecho mal” con “lo hemos explicado mal” como dicen los del PP; algo que en el fondo quiere decir que no hemos sido suficientemente astutos como para engañarles.
Al igual que suele hacer
el actual presidente del Gobierno, Iglesias estuvo todo el tiempo a la
defensiva –supongo que el casting de participantes en la interview lo hizo el
propio Évole, y el caso es que sin renunciar a su militancia o simpatía podemita
le dieron para el pelo al entrevistado. Más tarde, Iglesias, mostrando su mal
perder y su fobia a los medios que le contradicen, insinuó a Évole si no habría
escogido a los participantes entre los errejonistas o entre los
antimonederistas.
Évole mencionó al
entrevistado un punto de inflexión en su trayectoria, el del conflicto con
Errejón, pero en realidad la trayectoria de Iglesias ha sufrido ya al menos tres
subidas al descensor desde los comicios
del 20D:
Una, en Marzo de 2016, con su negativa a echar a la
calle a Rajoy al no abstenerse para facilitar un gobierno del PSOE y
Ciudadanos. Évole le mostró una foto de Pepe Mujica en la que éste decía que lo
importante era echar a ”esos” del poder. Iglesias intentó contradecirle con una
jugarreta, diciendo que aquello sucedió en circunstancias de excepción, cuando
la guerrilla tupamara; pero Jordi Évole le silenció con un ¡No! Eso fue cuando Mujica
decidió gobernar, ya en democracia.
Se mencionó que su exabrupto
de la “cal viva” le alejara, probablemente para siempre, de los votantes socialistas
desencantados, pero memoriosos de glorias pasadas.
Adujo Iglesias que Ciudadanos
no le quería en el Gobierno. Claro está que para Rivera hubiera significado un suicidio político aceptarle
como autoproclamado vicepresidente del Gobierno.
Anoche, sin embargo, dijo
que sería capaz de gobernar con Pedro Sánchez (¡a buenas horas mangas verdes!)
e, incluso, con Susana Díaz; pero eso sí, con el mantra anguitiano de ¡programa!
¡programa! ¡programa!
Su segundo tropezón
político, que un millón de sus votantes no le perdonó, fue su “fusión” con los
comunistas de IU, una banda de perdedores antisocialistas: Remember Anguita! Una unión
que Íñigo Errejón desaconsejó, porque cualquier teórico político sabe del
frustrado sueño del sorpaccio de los
comunistas desde los primeros tiempos del siglo pasado. ¡O se toma el poder a
punta de revólver, o no hay tu tía!
Y el más reciente
tropiezo al que Évole se refirió fue el la defenestración de Íñigo Errejón, un
suceso que parodiaba a las purgas estalinistas. Los participantes podemitas se
le tiraron a degüello, quizá a sabiendas de que con aquello habían perdido al
resto de potenciales disidentes socialistas.
Los votantes fueron
mordaces al criticar la asignación de
escaños en el Parlamento, que mandaba a Bescansa al gallinero y a Errejón al
segundo anfiteatro, en beneficio de la nueva novia del líder.
Aquí el argumento de
Iglesias fue de los más bobo y pueril, al decir que Irene Montero había sacado
una nota de nueve y pico de media en su carrera y de no sé cuántos en un máster,
y que su ascenso fue una decisión colectiva. Quizá habría que haberle preguntado
a Iglesias si en las primarias de Vista Alegre 3 tendrán los contendientes que
presentar un currículum.
Alguno de los
participantes habló de Podemos como
de un programa de televisión y de su líder como un presentador estrella. Bueno,
también mi amigo, el profesor R. C., dice que Podemos se ha convertido en un simple
club de ligones.

Pero quizá el punto en el que los invitados estuvieron más unánimes fue en
su repulsa a Juan Carlos Monedero,al que sin embargo Iglesias defendió a capa y
espada.
„Monedero tenía que haber cerrado la boca en muchas ocasiones“ dijo una de
las votantes podemitas, mientras otros le tildaban de „payasin“, „francotirador“,
„el poder en la sombra“, „un revolucionario capitalizado“, etc.
Una risa floja atacó a
los asistentes cuando uno de ellos mencionó la aventura de UPyD.
¡Jordi Évole for President!
JGM
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