
“As president, I believe that
robotics can inspire
young people to pursue science
and engineering.
And I also want to keep an eye
on those robots
in case they try anything.” (Barack Obama)
Encabezaba Karl Marx el
importante capítulo XII de El Capital[i],
“Maquinaria y Gran Industria”, con la siguiente cita de John Stuart Mill:
“Cabría preguntarse si
todos los inventos mecánicos aplicados hasta el
Presente han facilitado en algo los esfuerzos
cotidianos de algún hombre[ii].
Añadía Marx que -en
aquellos tiempos- esos adelantos solo servían para acortar el tiempo que el
obrero necesitaba trabajar para sí, y el resto de la jornada era plusvalía para
el capitalista. Más adelante exponía cómo los trabajadores se apartaron del movimiento luddita al distinguir entre
la “maquinaria de su empleo capitalista” y la “forma social de explotación”[iii].
E incluso
recordaba a Ricardo, para
quien “Entre la maquinaria y el trabajo se riñe un duelo constaste, pero el
precio de la fuerza de trabajo desciende con las máquinas por debajo de su
valor, pauperizando a los obreros, a los que se trata de consolar diciéndoles
que “sus sufrimientos son ‘pasajeros’ (a
temporary inconvenience) y que la maquinaria solo se adueña paulatinamente
de toda una rama de la producción , con lo cual se contrarrestan el volumen y
la intensidad de sus efectos destructores”[iv].
La conclusión de Marx[v] era “que en el mejor de los casos, la
fabricación de las nuevas máquinas dará siempre trabajo a menos obreros que los
desplazados por su empleo”.
Sirva este exordio para comentar el artículo
que Alberto Garzón, secretario general
de IU, ha publicado este mes en “lamarea”
(Feb. 2017).
Es la segunda vez que este
joven economista intenta defender en ese periódico un impacto positivo de la
mecanización y robotización sobre el empleo. Su primera contribución fue ya
comentada hace ya casi un año en este blog (Tecnología
y desempleo, 2 Mar. 2016).
Es asombroso el optimismo
de este economista con respecto a un futuro robotizado y a un empleo neto “que nos libra a los humanos de de las labores más duras y peligrosas al
mismo tiempo que nos permite disfrutar de nuevas y mejores posibilidades de ocio,
cuidados, cultura y conocimiento.”
Consideramos aquí que se
trata de un wishful thinking poco
compartido.
Un informe del pasado año
del Foro Económico Mundial en Davos denominado “Cuarta revolución industrial” ( efe / Ginebra 19.01.2016) predecía que
al menos 7 millones de empleos “de oficina” podrían perderse en los siguientes
cinco años por las transformaciones tecnológicas, bien que “compensados” por 2
millones de nuevos empleos en tecnologías avanzadas; es decir, que esa “destrucción
creativa “ supondría el sacrificio de varias generaciones.
¿Qué está ocurriendo en
nuestro país?, pues que los ingenieros, los informáticos y los científicos no
están ocupando esos nuevos puestos de trabajo de vanguardia, sino que o deciden
trabajar de reponedores de almacenes u optan por la emigración.
El director de ese foro,
Klaus Schwab, concluía diciendo que “sin una acción urgente y específica para
organizar la transición y contar con trabajadores con la formación necesaria, los gobiernos tendrán que lidiar con más
desempleo y más desigualdad” (negritas de K.S.).
El columnista del Financial Times Edward Luce explicaba
cómo la economía estadounidense había tenido un alto crecimiento en la
actividad fabril con una creación nula de empleo. En enero de 2013, su economía
solo agregó 4.000 empleos manufactureros, y el aumento neto desde 2012 fue nulo (Edward Luce, Financial Times en español, 04/02/2013),
siendo la principal perjudicada, la clase media norteamericana.
La OCDE ha advertido en
un reciente estudio (The risk of
automation for jobs in OCDE Countries) de que estas tecnologías sustituirán
a un 12% de los actuales puestos de trabajo en países como España, Alemania o Austria. Señalando que España es uno de los países menos preparados para afrontar ese gran
reto. (Negritas mías)
Solo en el sector
bancario, según el sindicato FeSMC-UGT, entre 2008 y 2015 se destruyeron 73.000 puestos de
trabajo. A esta cifra habría que sumar “no menos” de otros 7.000 empleos durante
2016, es decir, un total de 80.000.
Esta
pérdida de empleo se da entre lo que podemos considerar la mitad inferior de
las clases medias, un sector laboral ya irrecuperable.
Contrastan
todos estos datos con la optimista visión del economista de IU Alberto Garzón,
quien en el mencionado artículo insiste en la “destrucción creativa”,
comparando “la tipología de empleos que
hay en la actualidad con los que había en la época romana, por ejemplo. (sic),
Informáticos, científicos, biólogos, pilotos, conductores, electricistas, astronautas(sic), ambientalistas, brókers (doble sic), mecánicos, técnicos de telecomunicaciones,
jugadores de video-juegos(sic), etc.;
profesiones que no existían en la antigüedad y que son fruto del avance tecnológico.”
Obviamente,
el único astronauta de la antigüedad fue Ícaro; y Cyrano de Bergerac lo fue en
la post antigüedad, pero ambos fueron personajes de ficción.
¡El
paraíso del tiempo libre!
En
cuanto al resto del artículo de Garzón, simplemente decir que incluye párrafos que no se sostienen por
ninguna parte.
¡Los
dioses nos libren de nuestros economistas de izquierdas!
JGM