martes, 14 de octubre de 2025

EL DUENDE

 

Creo rotundamente en que no soy un paranoico. Ya sé que cada uno de esos esos lunáticos niega serlo, pero créanme, no soy uno de ellos. ¿Por qué han de creerme?: fácil; cuando me pregunto ¿confías en tí mismo y en lo que dicen de tí, por malo que sea?, la respuesta es, ¡rotundamente, sí!

Lo cual reafirma mi teoría del duende que habita mi casa desde hace algún tiempo.

Veamos, todo empezó poco después de la pandemia. Un día. haciendo algún tipo de bricolage, fuí de golpe a echar mano a la espátula con la que estaba trabajando, y héteme aquí que no la encontré. Tras más de una hora dando vueltas por una casa no demasiado grande, decidí bajar a la ferratería y comprar una nueva. Se lo comenté al ferratero, y el hombre, muy juicioso, me dijo, hace usted bien, por tres euros no se va a pasar media vida buscando la espátula.

Después vino lo de el resumen de un poemario de un premio mexicano de la letras, un regalo de su para mí muy querida hermana. Se lo dí a leer a mi gran amigo JF, poeta él, que no mostró gran aprecio por la obra del vate mexicano. Días después decidí reerlo tratando de encontrar por qué JF no había apreciado los versos del cuate, pero el libro había desaparecido. Revisé toda la biblioteca y, ¡ni flores del poemario, hasta hoy! En un acto imprudente, le pregunté días después a JF si se lo había llevado por descuido; naturalmente era una pregunta retórica, ante la cual simplemente encogió un hombro y ni me contestó.

No hace mucho, tras la pandemia, un día compré en Benidorm un CD a un comedian standalone inglés, a un cuentachistes mayorón, pero que tenían cierta gracia añeja. Lo oí en casa y poco después intenté copiarlo para regalárselo a JF, pero fue imposible encontrarlo. Revisé todos los CDs por si se hubiera metido en otra funda, y ni por esas; pasó inmediatamente al baúl de los recuerdos, como la espátula; con la agravante de que la espátula era reemplazable y el viejo comediante ya estaría en un cementerio de Liverpool.

Otro día, la afeitadora dejó de funcionar; acabé afeitándome con una cuchilla y pensé averiguar si lo que fallaba era la maquinilla o el cable transformador, cosa fácil de comprobar. A día de hoy el maldito cable transformador no ha hecho acto de presencia y sigo afeitándome con cuchilla.

Otra pérdida notable ha sido la de un baulito donde guardaba las pilas, y tenía por los menos 20 AAA's y otras tantas AA's, además de algunas parapepilédicas de 9V y otras cilíndricas de más alto voltaamperaje. Bajé al chino a comprar la pila para el riego automático, y el cable andará por ahí perdido. Solo el duende lo sabrá.


Otra de las pérdidas más lamentables ha sido la de la pata del mono bombilla, un regalo de mi hija Sara, ahora solo tiene tres patas, y cada vez que ella viene la echa de menos. Por cierto, el último en juguetear con el mono fue el cuate JF. ¡Bah, pura casualidad!

Bruno, mi hijo, dice que es el gato el que me esconde las cosas debajo del sofá; pero el viejo Hegel va a cumplir 18 años y ya no está para esos trotes. Su última travesura fue esconder con la patas mis gafas detrás del televisor. La asistenta, Neli, las encontró en una de sus limpiezas a fondo.

Pero lo más serio ocurrió anoche. Fui al congelador, saqué una jarra escarchada para volcar una cerveza; abrí el bote y ¡la jarra ya no estaba allí! Tampoco era cuestión de dejar que se calentara la birra mientras buscaba la jarra, así pues, encontré un vaso del tiempo y volqué la cerveza en él. ¡Hasta hoy!

¡Creo en la convivencia! Tampoco puedes emprender una lucha a muerte contra un enemigo desconocido, contra un okupa travieso, ¿o no?.


JGM, 14 Oct 2025

sábado, 16 de agosto de 2025

Feijóo y el estado de "guerra"


 Insisto, si el PP no fuera una asociación de malhechores tal como sentenció un juez, no hubieran cambiado a "calamidad" Casado por un merluzo con tan turbio pasado.

¿Qué piensa este hombre que es el Ejército? ¿Algo parecido al Cuerpo de Bomberos? Por otra parte ya participan los militares a través de UME, una unidad militar que creó Zapatero entre las burlas de los de aquel M. Rajoy, ¡otra eminencia afanadora!
¿Qué quiere este estratega? ¿Qué se manden tanques y bazokas a la Sierra de la Culebra? o ¿mejor, cazabombarderos?
Por cierto, esa sierra ya se le quemó al veraneante Mañueco hace un par de años y no ha sido capaz de prevenir. ¡Claro, se lo gastan todo en festejos taurinos y no queda presupuesto más que para pagar al "Bombero torero!

Son cuatro las comunidades más gravemente asoladas por los incendios: Castilla y León, Extremadura, Andalucía y Galicia y ¡Oh, casualidad! en las tres gobierna el PP, solo o con su forúnculo fascista.
Se le ha ocurrido al prócer gallego o a la tonta del bote de Madrid que si dedicaran menos presupuesto a fastos idiotas y más a mantener el patrimonio, mejor nos iría a todos

JGM

domingo, 11 de mayo de 2025

El ojal y el botón

 

Al sacar una camisa del armario descubro un ojal roto. Es una camisa que, fuera de ese descosido, considero aún utilizable. No es cosa de llevarla a un taller de remiendos- si es que aún existen las zurcidoras-, ni decirle a la asistenta que lo cosa, -no está en sus funciones y podría pensar que soy un rata-; tampoco llevarlo a un contenedor de textiles para que, apretujada en un fardo, haga una larga travesía hasta un puerto perdido del lejano Oriente y acabe como material de construcción. La globalización y el capitalismo salvaje son así: metes una camisa rota en un contenedor en Madrid y años después aparece aislando tabiques en Manila.

Así pues, manos a la obra, a enebrar, que es lo más difícil.



Pero llega entonces la coincidencia, eso que solo puede pasar una vez de pascuas a ramos, pero que inesperadamente aparece. Antes de buscar la caja de los hilos, acabo de leer el episodio 33 en la ultima novela de Enrique Vila-Matas y me encuentro con la misma situación:  Robert Walser descubre un ojal rasgado en una camisa y hace un hermoso canto a un modesto botón.


Robert Walser, el poeta minimalista suizo que decidió el día de Navidad de 1956 adentrarse en la nieve hasta morir congelado. No fue suicidio, sino que como dijo Manuel Rivas de uno de los personajes de su novela “Detrás del cielo”, se murió porque quiso. .

 No resisto así la tentación de trancribir aquí ese bello relato:

Robert Walser, Discurso a un botón

Un día en que estaba cosiendo el ojal de una camisa que había reventado con un fuerte estornudo, se me ocurrió de pronto, mientras trabajaba como una experta costurera, dirigir al botón, aquel muchachito fiel y modesto, las siguientes palabras de agradecimiento, murmuradas para mis adentros, aunque probablemente por eso tanto más sinceras. “Querido botoncillo”, le dije, “¡cuánta gratitud y reconocimiento te debe aquel a quien vienes sirviendo hace ya varios –más de siete, creo-, con tanta fidelidad, celo y perseverancia, y a quien, pese a todo el olvido y falta de atención de los que se ha hecho culpable para contigo, nunca le has recordado que alguna vez debería elogiarte un poquito”. “Esto es lo que va a ocurrir hoy, cuando por fin he logrado ver claramente lo que significas y cuánto vales, tú, que durante todo tu largo y paciente tiempo de servicios jamás te has situado en primer plano para sacar provecho de una bonita iluminación o buscar algún efecto lumínico bello, deslumbrante o en verdad llamativo, sino más bien, con una conmovedora y deliciosa modestia que, sin duda, jamás será suficientemente apreciada, te has mantenido en la más discreta de las discreciones, practicando tu querida y hermosa virtud en un estado de perfecta felicidad. “¡Cómo me alegra ver que has dado muestras de tener esa fuerza basada en la probidad, la diligencia y la renuncia al elogio y al reconocimiento a los que aspira todo el que realiza algo!” “Sonríes, mi estimado, y, según advierto, te ves ya por la desgracia bastante deteriorado y consumido. “¡Querido! Deberían tomarte como ejemplo los que viven acosados por la manía del aplauso permanente y podrían derrumbarse y morir de pena, despecho y humillación si no se sintieran continuamente mimados, abanicados y acariciados por el efecto y la estima generales. “Tú, en cambio, eres capaz de vivir sin que nadie se acuerde, ni lejanamente, de que existes. “Tú eres feliz, pues la modestia se hace feliz a sí misma, y la fidelidad se siente a gusto consigo misma. “El hecho de que no te des importancia alguna, de que sólo seas –o al menos lo parezcas- un ser dedicado a realizar un “Tú, en cambio, eres capaz de vivir sin que nadie se acuerde, ni lejanamente, de que existes. “Tú eres feliz, pues la modestia se hace feliz a sí misma, y la fidelidad se siente a gusto consigo misma. “El hecho de que no te des importancia alguna, de que sólo seas –o al menos lo parezcas- un ser dedicado a realizar una misión en la vida, de que te sientas enteramente consagrado a ese silencioso cumplimiento del deber que puede denominarse una rosa de exquisito perfume, cuya belleza es casi un enigma para ella misma, cuyo aroma perfuma sin la menor intención, porque es su destino… “El hecho de que, como decía, seas lo que eres y como eres, me fascina, conmueve, emociona, impresiona y hace pensar que este mundo, tan pródigo en fenómenos desagradables, hay de vez en cuando cosas que te hacen feliz, alegran y serenan al que las ve”. 

JGM